INTRODUCCIÓN
Partamos del principio que no es posible comprender al perro sin entender el contexto socio-cultural en el que vive el hombre, la relación humano-perro implica que no es posible estudiar el comportamiento del perro sin entender al humano que está detrás.
En el año 2012, Montserrat Nebrera acuña el término Generación de Cristal para describir una generación que nace inmersa en el mundo digital, que es un mundo de mucha información (no es conocimiento ni sabiduría), se encuentran rodeados por prestaciones y servicios que ayudan a conformar el estado de bienestar, considerando incluso que la protección del Estado debe extenderse donde ellos no lleguen. Explica que dicha generación se encuentra inmersa en la presión del vivir a máxima velocidad, buscando cumplir sus sueños a toda costa, con referentes de las redes sociales (youtubers, influencers, modelos) donde sólo se aprecia el éxito y no el camino realizado.
Sobre lo anterior, escribe José Luis Córdoba, que en las características de dicha generación encontramos:
- Son hijos de generaciones trabajadoras, que aprendieron a rehacer y a organizar un mundo complejo, lleno de carencias y limitaciones, por lo tanto, son padres que ahora procuran que sus hijos no padezcan dichas carencias. Encontramos frases como "no quiero que le falta nada nunca", "no permitiré pasé por lo que yo pasé", "si le puedo dar todo para que sea feliz lo haré".
- Durante todo su crecimiento han estado rodeados de crisis y movimientos sociales.
- Han crecido con la velocidad más rápida de la historia en avances tecnológicos, viven a ritmos acelerados. Se angustian ante la posibilidad de atrasarse en tecnologías y marcan en ellas su aceptación y estatus.
- Han carecido de la necesidad de esforzarse por las cosas, puesto que sus padres y el sistema educativo han procurado facilitarles el mundo.
- Han sido reconocidos por logros mínimos en su vida y la falta de dicho reconocimiento les parece agresión. Se han vuelto intolerantes a la frustración e hipersensibles a los rechazos, la espera y la gratificación postergada.
- El otorgamiento de premios y recompensas se ha vuelto un requisito para iniciar una actividad y no la consecuencia.
- Predomina la evasión o evitación de cualquier circunstancia que provoque dolor, malestar, incomodidad.
Finalmente, en el 2015, Lukianoff y Haidt alertaban sobre un fenómeno que venía en crecimiento en los colegios y universidades en los Estados Unidos, en donde los alumnos mostraban una particular sensibilidad y combatividad ante temas que pudieran considerar incómodos o sensibles. Dos términos empiezan a cobrar atención, la microagresión y los avisos de alerta (trigger warnings).
El primero es un término que se utiliza para referirse a los desaires verbales, de comportamiento o ambientales breves y cotidianos, ya sean intencionados o no, que comunican actitudes hostiles, despectivas o negativas hacia grupos estigmatizados o culturalmente marginados. Donde, si bien es cierto que sirve para poner de manifiesto fenómenos sociales de relevancia (racismo y temas de género y orientación sexual por ejemplo), se atrapa en una atmósfera de subjetividad en donde la microagresión es tal en tanto quien la recibe se sienta ofendido. Autores como Jussin ha criticado el concepto de microagresión por su falta de base científica, su excesiva dependencia de pruebas subjetivas y su fomento de la fragilidad psicológica.
El segundo término, avisos de alerta, son alertas que se deben emitir si algo a presentar puede causar una fuerte respuesta emocional en quien la recibe. Empezó como una alerta para aquellas personas con Trastorno de Estrés Post-Traumático (TEPT) de modo que pudieran accionar ante el posible contenido para evitar una re-edición del trauma. Sin embargo, el uso de las alerta se ha popularizado de tal manera que ahora cualquier contenido incluso potencialmente sensible debe tener un aviso de alerta. Este uso generalizado, para Lukianoff y Haidt, ha debilitado la capacidad de afrontamiento de las personas ante temas de la realidad que convendría más bien aprender a afrontar.
Bellet, Jones y McNally de la Universidad de Harvard, estudiaron en 2018 el efecto de los avisos de alerta en un grupo de estudiantes y concluyeron que los avisos de alerta pueden socavar inadvertidamente algunos aspectos de la resiliencia emocional. El mismo McNally ya había señalado en un artículo para el New York Times "Si necesitas un avisto de alerta, necesitas tratamiento para el TEPT".
DEBATE
Entiendo las ideas expresadas anteriormente las podemos integrar y resumir de la siguiente manera, nos encontramos en un momento evolutivo de la sociedad en la que la sensibilidad e intolerabilidad se encuentran en niveles elevados y se activan mecanismos que buscan erradicar, eliminar, modificar o cancelar aquello que nos genere incomodidad.
Sin embargo, quisiera subrayar una de las ventajas del fenómeno social actual, nos ha permitido señalar e identificar prácticas sociales que no son sanas para la sociedad hoy día, ha puesto importancia en la equidad de género, en la diversidad sexual, en la necesidad de una educación sexual de calidad, en el cuidado del ambiente y muchos otros más que son áreas necesarias a atender para avanzar como sociedad.
No obstante, como un péndulo que ha oscilado desde un extremo, nos encontramos ahora en otro extremo y nos topamos con ejemplos como los dado por Daniela Lazovska, en donde siguiere ejemplos como estos:
Decirle a alguien "eres tan elocuente" como un cumplido tras una presentación. Se podría considerar microagresión ya que se parte de asumir que la persona sería menos articulada y nos sorprende descubrir que no lo son.
Conocer a alguien y decirle "tu nombre es tan difícil de pronunciar", sugiere que la persona no encaja cultural ni lingüísticamente al entorno.
En el trabajo "¿eres becaria? ¡Pareces muy joven!", sugiere centrar la atención en la apariencia física y la juventud en lugar de sus credenciales y formación.
Los ejemplos anteriores son una demostración de la oscilación del péndulo al extremo. Bien es cierto que no hay que subestimar a las personas por su género, religión, edad y otros. Pero allí a considerar que preguntas o elogios como los anteriores pueden ser microagresiones que deben ser excluídas de las interacciones humanas, es un poco al extremo.
Es justo sobre ese punto de oscilación extremo del péndulo sobre el que quiero desarrollar las siguientes ideas.
Al encontrarnos, no en una "generación de cristal", porque no creo se encuentre limitado a algunas generaciones, sino en una "sociedad de cristal" que busca activamente cancelar aquello que nos incomoda, es inevitable que hayamos incorporado al perro al mismo discurso social y le estemos aplicando las mismas dinámicas.
Hoy día, con una revisión en las redes sociales, es posible encontrar cientos de educadores caninos llamando a la cancelación de técnicas y herramientas de trabajo que ellos consideran agresivas. Si bien podríamos entrar en la discusión bizantina que algún etólogo/educador/país/ministro/sociedad de.../estudio mal construido dijo, lo único cierto es que la evidencia hoy día es inconclusa, por lo que no presenta un argumento válido para esta argumentación.
Sin embargo, con afán, energía, consistencia y una motivación desbordada, se encuentran señalando a otros, toman fotos o videos fuera de contexto y atacan fuertemente a otro colega, bajo la noción de que ellos tienen la razón y el atacado no, esto genera un efecto de bola de nieve, donde los seguidores del primero van a atacar al señalado, en una dinámica no muy diferente a la observada en Tréveris, Alemania, donde cientos de "brujas" fueron cazadas y exterminadas por la "inquisición".
Un posible punto de partida para esta dinámica, es la noción de microagresión, al no poder tener el reporte del perro quien acuse si la acción cometida hacia él fue percibida como agresión, es allí donde los inquisidores llenarán el vacío y señalaran que ellos (u otro etólogo/educador/país/estudio/etc.) lo consideran una agresión y que debe ser cancelada. Lamentablemente, al hacerlo de forma pública y en las redes sociales arman a sus seguidores, que hasta ahora habían estado preocupado por sus propios temas, con tridentes y antorchas y los dirigen hacia el señalado donde, quizás con una sonrisa, observan como incendian el perfil del atacado.
La dinámica anterior, al final sostiene la noción de que el perro debe pertenecer a esa burbuja de cristal que estamos creando, y que debe estar libre de incomodidad, estrés, malestar y cualquier otro que pueda percibir como aversivo. Sin embargo, como señaló el colega Rubén Álvarez aquí, esta dinámica impide al perro el desarrollo de las estrategias de afrontamiento necesarias para poder lidiar con el estresor. Estamos tan preocupados que nuestro perro no tenga ni un momento de incomodidad que se nos olvida que esto es necesario para que puedan desarrollarse plenamente, es importante aprender a lidiar con el estrés y el malestar.
Pondré por ejemplo la pirotécnica usada en ciertas fechas, cercana a la fecha se pueden observar campañas en redes sociales que buscan cancelar la pirotécnica porque el perro la pasa mal, en una lógica como: si esto le genera estrés a mi perro entonces mejor cancelarlo.
Vean como caemos en lo que señalaban Haidt y Nebrera más arriba. Bien en cierto que podrían reducirse o cancelarse los eventos pirotécnicos por ser contaminantes ambientales y sonoros, porque son riesgosos en su uso, porque el dinero invertido allí podría ir hospitales, causas que tendrían mayor peso a pedir la cancelación de la pirotécnica porque el perro se estresa.
Es allí donde convergen Haidt, Nebrera, Lukianoff, José Luis Córdoba y muchos otros. Se pueden seguir las campañas por la cancelación de la pirotécnica si se desea, con una amplitud de foco y encontrar razones más pesadas para su cancelación. Pero paralelamente hay que trabajar en estrategias de afrontamiento en nuestros perros. A través de la desensibilización sistemática se le puede enseñar a tolerar las explosiones de la pirotecnia, sin embargo, suele ser un trabajo largo y complicado y es más fácil editar a un perro asustado en Canva y publicarlo en las redes sociales, porque nosotros mismos nos hemos vueltos flojos, de cristal, y queremos que el Estado, como padre protector, nos aleje todo aquello que nos genera malestar.
En conclusión, es imposible una vida libre de estrés, ni en nosotros, ni en nuestros perros, es algo que tenemos que aprender a gestionar, donde la cancelación no sirve y solo decanta en dinámicas perversas como la cacería de brujas. Tenemos que entender que, en ocasiones, es importante pasar por un momento de estrés agudo, un estrés óptimo, que nos permita aprender a lidiar con el estrés y el malestar y nos fortalezca como individuos. Algo similar aplica a los perros, si mi perro le tiene miedo a los fuegos artificiales, quizás convenga trabajar en el rango del estrés óptimo, para que a futuro no le tenga miedo.
Evitemos perros de cristal. Los perros de cristal de hoy serán los perros de terapia del comportamiento y rehabilitación del mañana.
No es tener al perro con una correa corta, protegido a nuestro lado siempre, tampoco es dejarle siempre 5 metros de correa y que haga lo que desee.
No es educarlo exclusivamente con galletas, tampoco es educarlo a patadas.
No es abrazarlo y llorar con él cuando algo malo le pasa, tampoco es pedirle que siga caminando como si nada si algo malo paso.
¿Qué si es?
BALANCE
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